jueves, 19 de noviembre de 2009

Visita de unos amigos

Fue una de las alegrías de este verano: largas conversaciones y momentos sumamente emotivos. Fue realmente estupendo. Aqui, Carlos y Elvira en la iglesia mozárabe de San Bartolomé de Gavín.



Abandonamos la Estación de Canfranc, y dejamos atrás ese monumental esfuerzo de europeización de la España regeneracionista de principios del siglo pasado. Sueño desvanecido por la malhadada guerra civil y el maldito franquismo.
Zarzas en el pueblecito de Espierre.
Carlos en la plaza de Barbenuta.

miércoles, 18 de noviembre de 2009

Extraños huertos en las alturas de Acumuer, en el Valle del Aurín.
Rudimentarios, aunque solventes negativos para esta balconada de una vieja casa de Acumuer.

martes, 17 de noviembre de 2009

Ruinas de San Pelay en Gavín (Huesca)



Este monasterio datado en el siglo X, del más puro estilo románico mozarabe tan característico del Serrablo, fue descubierto y excavado desinteresadamente con verdadera devoción por unos aficionados al arte y la arqueología de aquí, de Sabiñánigo. Nuestro preclaro Gobierno aragonés de Zaragoza se limitó a poner esa chapuza de cubierta, tal vez para que no se refríe o agarre la gripe A, cuando resta de hacer más de la mitad del trabajo, abandonando la excavación y todo cuidado del yacimiento. Ni los accesos se preocupan de arreglar: charcos enormes, ramas de árboles rotas por la última nevada que cruzan el camino, una pista con piedras de punta que dan horror... en fin, lamentable. Parece ser que gastar unos miles de euros en estas cosas para ellos es un dispendio inutil, son más necesarios los millones y millones de fáciles euros para expos que luego, salvo las infraestructuras, se volatilizan; o también para sacar grava del fondo del Ebro. Oh! los enternecedores paseos fluviales en barca durante los fastos...

Una víbora en las ruinas de San Pelay de Gavín (Huesca)



Cuando estaba fotografiando la entrada ¡plas!...joder, qué susto, me ha salido esta pequeña víbora. Hay muchas por aqui por la montaña, cabeza triangular y linea zigzageante en el lomo. Por un momento, me ha pasado por la cabeza que era el alma de un monje custodio, guardian del sueño eterno de sus hermanos, que me decía: "Chaval, cuidado que estoy yo aquí". Pues para ser monje, una reencarnación bien rastrera que tuvo el tio... qué haría. Y ese recinto, por supuesto que no lo he pisado, y he andado mirando muy bien dónde ponía mis pies.