lunes, 22 de junio de 2009


De regreso a la rutina laboral de Sabiñánigo, paré en Huesca para comprar el periódico y tomar un café. Mientras caminaba hacia mi coche, me llamó poderosamente la atención este edificio modernista, construido en el solar que antaño albergaba el Banco de España. Ahora, el Banco de España sólo tiene sede en Madrid, que es una mera sucursal del Banco Central Europeo, y esta magnífica obra que la sustituye, hogaño sede de la Oficina del Censo Electoral; el lujo arquitéctonico y la magnitud que destila me llevó a una reflexión súbita, y tal vez un poco insidiosa, en cuyos diversos matices, pese a su obviedad, no había reparado antes, pensamiento que por otra parte y sin duda alguna, catalogaría de lúgubre y pesimista. Por lo visto, el Gobierno le da una importancia capital a los "recursos humanos", o sea, a los inermes ciudadanos que votamos, somos su venero, su caudal, su fuente de poder, influencia, y por supuesto, beneficio personal, y entonces pensé que ha actuado como las hormigas que cuidan, controlan y protegen al pulgón, fuente de sus recursos y de cuyo alimento viven, como el viejo edificio desaparecido cuidaba, controlaba y protegía el dinero, ha decidido colocar el centro de control de sus "recursos" allí, en la vieja cueva sagrada del dinero, como si buscara la protección de los viejos fantasmas. Todo ha cambiado mucho en apariencia, aunque en lo esencial, no ha cambiado nada.

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