Se me ha ocurrido el título de la entrada porque cuando he bajado del coche para hacer las fotografías el silencio era brutal y mi soledad también, me he acordado del protagonista del Silencio Blanco, de Jack London, alimentándose de crias de pájaros mientras agonizaba en aquellos tremedales de las soledades árticas. Su sufrimiento hubo de ser inhumano.
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