Abd-el Malik, hijo y sucesor de Al-Mansur Billah, continuó las correrías, razzias, o "aceifas" con las que el "hayib" del Califato de Córdoba aterrorizaba y asolaba los reinos cristianos peninsulares del Norte en busca de los cotizados esclavos cristianos. En el año 1017 arrasó estos territorios pertenecientes a Ramón III, Conde de Pallars, quien mandó fortificar la esta colina. Después por herencias familiares pasó al Reino de Aragón, y en tiempos de Sancho Ramirez se inició la construcción del templo, que duró desde el final del siglo XII hasta el inicio del XIII.
El magnífico campanario románico, obra de los maestros lombardos que llenaron con su sobrio arte todo el Pirineo.
El importantísimo horno medieval, elemento básico y crucial de la vida cotidiana de aquellos violentos años.
El coqueto tejadillo del horno.
Restos de la ciudadela mandada construir por Ramón III, Conde de Pallars.
Interior de un habitáculo.
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