Tumba de un poderoso aristócrata, un marqués perteneciente a la nobleza de la Corona de Aragón cuyo nombre he olvidado, gran benefactor de esta Catedral, construída durante el reinado de Jaime I sobre la mezquita de los musulmanes, aunque durante casi un par de siglos se celebraban los ritos cristianos. El hombre pagó su paso al la gloria y a la inmortalidad en piedra.
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