sábado, 7 de noviembre de 2009

El viejo edificio fue originalmente un castillo, construido en la época musulmana y que pertenecía al Reino de Monzón. En la segunda mitad del siglo XI fue conquistado por las tropas cristianas del Rey Sancho Ramiro y su hijo, el infante heredero y próximo Rey de Aragón, Pedro I, quienes lo adjudicaron al Obispado de Roda de Isábena. Existe un manuscrito de la cesión en dicha Catedral, según el historiador Castillón Cortada. Luego perteneció a los templarios de Monzón, posiblemente a consecuencia del testamento a favor de las Ordenes Militares de Alfonso I Ramirez, el Batallador, creando la Encomienda del Temple; y cuando aquellos fueron expulsados por el Rey de la Corona de Aragón, Jaime II, colaborador en la cruzada del Rey de Francia y el Papa de Roma para la expoliación y exterminación de la poderosa Orden militar, pasó de nuevo a Roda. Parece ser que tras la caída del Castillo montisonense en poder de las tropas del Rey Jaime, dos importantes caballeros frailes moradores del susodicho, huyendo de la Inquisición se refugiaron en las "cuevas de Morena" de Esplús (que en la actualidad todavía existen, en total abandono y llenas de detritus e inmundicias, habiendo servido en el pasado como refugio de gitanos y vagabundos). Durante los tiempos de mi infancia todavía se decía: "...antes me voy a vivir a las cuevas de Morena". Según el historiador Castillón, los dos caballeros del Temple tuvieron muy mala fortuna, pues cuando les llegó la absolución del Santo Oficio de Barcelona, ya habían fallecido.

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