La nueva estación de autobuses. Fui simplemente a curiosear, y me llamó la atención lo limpia que estaba, y lo chula que había quedado. Rápidamente me vinieron a la cabeza los años de enganche al caballo y los angustiosos viajes a Lérida trás la puta droga. Muchas veces a las nueve de la noche con la linea Tamarite-Altorricón y regreso de Lérida a dedo en la madrugada: toda una epopeya que soportábamos con tal de ponernos a tono. Los autobuses paraban en el Ferial, y esperábamos allí en plena calle al raso: no hubiese venido nada mal esta estación.
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